Me encontraba escribiendo un artículo desde hace un par de días explicando cómo era llevar una semana encerrado, tanto en lo personal como en lo profesional… Llevaba hechas dos hojas escribiendo consejos, pautas, qué hacer, qué evitar etc., y me he dado cuenta de que eso en realidad era escribir sandeces.

¿Cómo estamos? Pues cómo vamos a estar con los niños en casa, combinando trabajar, ser profes, psicólogo (de uno mismo y de tu pareja en caso de tenerla) intentando evitar la tentación de quedarte en batapijama durante 20 días, matando a los monstruos de la cabeza que no hacen más que decirte que el fin del mundo se acerca, aprendiendo a vivir siendo, y perdón por el término, un “esquizofrénico emocional” ya que en la misma media hora has pensado en tirarte por la ventana y ponerte a bailar como un loco. Esa es la realidad que yo creo que todos de una forma u otra estamos viviendo en esta primera semana de encierro.

Peroooo estamos intentando compensarlo añadiendo nuevas, apasionantes e inquietantes rutinas a la vida diaria.

Lo primero que hemos incorporado es la realidad escolar de dos adolescentes de 15 y 13 años. El hecho de tener que ser padre, educador académico (anotese el adjetivo), compañero de espacio vital 24h al día (que grande creías que era la casa hasta que has tenido que estar todo el día en ella) hace que de verdad de la buena conozcas a tus hijos y lo que es peor en algún caso, que ellos te conozcan a ti. Al principio pusimos en marcha el modo on super padre, dándolo todo, teniendo paciencia, inventándote mil cosas, comprando un rodillo para la bici, (me dice mi compañera Inés que las cintas para correr se han agotado, no me quiero imaginar la avalancha dentro de 3 meses que va existir en wallapop de los millones de artilugios que nos hemos comprado) pero pasada una semana el momento “yo lo único que quiero que pase es que sea capaz de no matarlo” aparece de forma más nítida y amenazante.

Lo segundo que he hecho es desconectarme de las noticias lo más que puedo y especialmente de los “miedos” digitales. Y no, no me he equivocado al escribirlo. Algún día alguien nos debería contar cómo es el equilibrio entre verdad/clics necesarios, que tienen que cumplir los medios porque me da la sensación de que muy honesto no es…

Tema laboral… pues complejo. Es verdad que tanto la empresa como yo mismo estábamos muy preparados para ser digitales. He estado varios años de freelance y sé lo que es tener que gestionar tus horarios, trabajar de forma discontinua, organizarse, etc. Pero esto se había hecho siempre con la posibilidad de tomarme un café donde yo consideraba y poder moverme libremente. Pero ayer miércoles pasó en este sentido una cosa maravillosa…me conecté a las 9 de la noche con mis amigos de toda la vida, ese grupo de amigos que sabes que aunque te veas de pascuas a ramos el ratejo con ellos va a ser inolvidable, y ayer combinar ésto con el ansia de conectar con un ser humano fuera de familia y curro hizo que el momento fuera legen…, espera un segundo, …dario.

Y a partir de ahí es donde me he dado cuenta de que vamos a salir de esta, porque como dice me amada rubia Fornós “somos animales empáticos y humanos” y eso nos va salvar.

Nos salva el salir todos los días a las 20h y ponerte aplaudir como un loco con el vecino del al lado al cual llevabas 2 años sin saludar.

Nos salva el que antes cogíamos el teléfono a nuestra madre diciendo qué quieres y ahora la recibimos con un ¿cómo estás?

Nos salva que ahora valoramos como nunca a nuestra mascota de cuatro patas, que a regañadientes le trajimos a casa a nuestros hijos, y ahora se parece más que nunca a un salvavidas del titanic.

Nos salva porque a pesar de todo lo que está pasando y no saber si mañana todo nuestro mundo se derrumba seguimos haciendo bromas e inventando mil y un chistes de todo esto.

Nos salva el montar calls a las diez de la noche y tomarnos unas cervezas virtuales.

Nos salva que la mayoría somos más responsables de lo que debemos y cogemos y no vamos a un hospital para evitar colapsarlos aunque estemos con 39º de fiebre.

Podría enumerar mil y una cosa que nos salvan y que serían más o menos importante para la persona que lo estuviese leyendo, la clave aquí es que tu reconozcas las tuyas y si te apetece las compartimos.